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Arboles muertos y mucha tinta

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MÉDICOS, POLICÍAS Y VAQUEROS: Una aproximación a la figura de Max Brand

MÉDICOS, POLICÍAS Y VAQUEROS: Una aproximación a la figura de Max Brand

por Armando Boix

 

Cuando en el ya lejano 1917 Robert Hobart Davis, director literario de la cadena de publicaciones de Frank A. Munsey —entre las que se contaban «The Argosy», «All-Story» o «Cavalier»— vio entrar en su despacho a un joven de veinticuatro años llamado Frederick Shiller Faust con una carta de recomendación, debió sentir, imagino, una justificada irritación. Davis recibiría a diario docenas de manuscritos de aspirantes a escritor y no pocas visitas como aquella. Optó entonces por una estratagema para librarse de Faust: entregarle un manojo de papel y sugerirle una trama, pidiéndole que volviera cuando hubiera escrito la historia. Su sorpresa fue enorme al verle regresar, antes de terminar el día, con el relato concluido con un acabado perfectamente profesional.

Aquel relato, Convalescente, fue la primera obra publicada de Frederick Faust, más conocido por el lector norteamericano como Max Brand, en su época uno de los más populares escritores del género western, a la altura de Zane Grey, otro autor que inició su andadura en las revistas pero mucho más conocido en España, y por encima de otros especialistas como Walt Coburn, Ernest Haycox, W. C. Tuttle o Clarence Mulford.

Faust era un joven universitario de extraordinaria cultura, fascinado por la antigüedad clásica y con aspiraciones de poeta, nacido en 1892 en Seattle. Aunque su inclinación natural no le dirigía hacia la literatura «barata», no pudo elegir mejor el campo de su trabajo. Desde mediados del siglo XIX el western se había convertido en el género más genuinamente americano gracias a las primeras dime novels —el nombre procedía de la moneda de diez centavos—, que popularizaron las figuras de diversos aventureros del oeste cuando aún vivían, como Buffalo Bill o Calamity Jane, de modo tan exagerado que ni ellos mismos debían reconocerse, aunque en algún caso se aprovecharan de la fama.

Faust no recurrió a figuras históricas para sus narraciones, ni siquiera los parajes en las que discurren pretenden reflejar localizaciones muy pronto célebres en el imaginario popular. Lo cierto es que estaba muy poco interesado en el Oeste real y sus novelas se caracterizan por su tono mítico, que trasladan en buena medida las leyendas de la antigua Grecia, con toda su magia y violencia, al escenario de la frontera. Así, su Hired Guns es una particular versión de la Iliada, Trailin del drama de Edipo y Pillar Mountain de la historia de Teseo. Otro claro ejemplo es el ciclo protagonizado por Dan Barry, en el que Faust aúna el western tradicional con el género fantástico. La primera novela de esta serie —y primera también en aparecer en forma de libro— fue The Untamed (1919), a la que siguieron pronto The Night Horseman (1920), The Seventh Man (1921) y Dan Barry’s Daughter (1923).

No obstante lo expuesto, no debemos magnificar la figura de Faust usando como baremo su éxito comercial. Por cuanto he podido juzgar, y teniendo siempre en cuenta que la muestra publicada en España es insignificante, la obra que firmó como Max Brand no es en modo alguno un prodigio de estilismo literario —si lo fuera, seguramente no habrían cosechado ese éxito—. Su prosa es puramente funcional, sin alardes formales, con el diálogo como eficaz protagonista, en forma de frases breves, sencillas, aunque no pocas veces ingeniosas; un estilo no muy lejano al que pronto aplicará la «escuela dura» del relato policial norteamericano. Las tramas, desarrolladas de forma lineal, están construidas de forma que guían al lector sin esfuerzo y, aun al que muestra poco interés, lo deja intrigado por saber qué sucederá tras el final de cada capítulo, que el autor suele cerrar en el momento oportuno para obligar a seguir adelante.

Si bien las revistas pulp no eran muy generosas a la hora de pagar a sus autores, se dice que Faust ganó la sorprendente suma de 8.281 dólares en sus nueve primeros meses como autor, ingresos que debió ver multiplicados con su inmediato salto a la edición en libro. Pero lo más importante es el altísimo ritmo de trabajo que mantuvo a lo largo de su vida, hoy casi inverosímil, publicando alrededor de treinta millones de palabras, para las que utilizó, aparte del de Max Brand, un gran número de seudónimos, como Frederick Frost, Walter C. Butler, Martin Dexter, George Owen Baxter, David Manning, Johan Frederick, etc.

Enriquecido, se trasladó a vivir a Italia, donde, cómodamente instalado en una villa renacentista cerca de Florencia, dedicaba media jornada a sacar un folio tras otro de su máquina de escribir, con facilidad pasmosa, y el resto a componer a mano y morosamente sus poemas de gusto clásico, su verdadera vocación y las únicas obras que firmó con su nombre —aunque nunca obtuviera ningún reconocimiento por su poesía, mientras sus novelas como Max Brand eran seguidas con fidelidad por millones de lectores—.

Pese a su éxito como autor del Oeste, Frederick Faust no se acomodó a las fórmulas fáciles y exploró también otros géneros. Al tema de las civilizaciones perdidas dedicó las novelas The Garden of Eden (1922) y The Smoking Land (1937), y fue autor, entre los años 1935-36, de una serie de relatos negros de carácter humorístico, protagonizados por los sargentos de policía Angus Campbell y Patrick O’Rourke, para la revista «Detective Fiction Weekly». También obtuvo una extraordinaria acogida con la creación del doctor Kildare, protagonista de una serie de ambiente médico, que muchos años después llegaría a la televisión, como tantos héroes literarios de entreguerras —El Santo y Perry Mason son ejemplos paradigmáticos—.

Las novelas de Max Brand fueron llevadas a la pantalla en bastantes ocasiones, en especial con Tom Mix, la estrella western del momento, como protagonista. De todos modos, su obra con mejor adaptación cinematográfica es Destry Rides Again (1930), rodada en 1939 por George Marshall —y estrenada en España como Arizona—, con James Stewart y Marlene Dietrich en sus papeles principales, sobre una atípico sheriff que consigue mantener el orden en su ciudad sin recurrir a los revólveres. El citado Dr. Kildare fue objeto de toda una serie de dieciséis largometrajes de la MGM, con Lew Ayres en el papel de Kildare y Lionel Barrymore como su compañero doctor Gillespie. La primera película de esta serie, Internes Cant’t Take Money, data de 1937, y la última, Dark Delusion, de 1947.

En sus últimos años el mismo Faust se trasladó a Hollywood y trabajó para la Warner Bros. y la MGM como cotizado guionista —colaboró con William Faulkner en Adventures of Don Juan—, aunque la II Guerra Mundial, que le había hecho salir de Europa, le apartó pronto de esta actividad. Como tantos escritores norteamericanos, Frederick Faust se incorporó a la contienda no con las armas en las manos, sino con el cuaderno de notas del corresponsal, quizá por su conocimiento del escenario.

Desgraciadamente encontró la muerte en el desempeño de esta tarea en Italia en 1944

Piratas en los pastos

Piratas en los pastos

Autor: “Peter Debry” (seudónimo de Pedro Victor Debrigode)

Colección: Bisonte Extra n° 147

Edita: Bruguera, Buenos Aires, 1958

 

Jim Holigan sabe que está en un problema. Ha sido encargado por lor rancheros de la zona para detener el paso de Spencer Krauss y su gigantesco rebaño de ovejas, que pretende pasar por la comarca arrasando con todos los pastos sin pagar un centavo, trayendo la ruina a los rancheros dueños de las vacas. Y cuenta con el apoyo de los pastores ovejeros locales. Si Jim no logra detener los planes del maquiavélico e inescrupuloso Krauss, una guerra entre vaqueros y pastores puede desencadenarse en la zona. Una guerra que solo parece beneficiar la propio Krauss. Y si a eso le sumamos una familia de honrados pastores mexicanos que desconfían de los vaqueros y especialmente de su hermosa hermana, tenemos la receta para una historia compleja y fascinante.

Ya habíamos visto en este blog a Debrigode como autor de novelas de aventuras en series como El Pirata negro o El Halcón. Su paso del formato de la novela seriada por entregas a los bolsilibros unitarios diría que – si está novela es un ejemplo de su producción posterior – demuestra un crecimiento en sus habilidades como narrador. La trama de esta historia es concisa, plausible y lo suficientemente compleja para un libro de este formato. Y los personajes tienen una personalidad que se aleja – en lo posible – de lo esquemático. Particularmente la habilidad del plan del villano de la pieza es de un maquiavelismo tan brillante como inesperado. Realmente para vencerlo, el muchacho debe recurrir a un duelo de astucia no menor, donde el uso de las armas y los puños son casi un resultado secundario.

Así como no he podido explicarme el éxito de Marcial Lafuente Estefanía, puedo explicarme leyendo esta novela los elogiosos comentarios de los aficionados a la novela popular españoles sobre el trabajo de Debrigode. Con novelas como esta, es evidente por qué su buena fama.

Ventajistas en “Silver City”

Ventajistas en “Silver City”

Autor: Marcial Lafuente Estefanía

Colección: Bisonte n° 210

Edita: Bruguera, Barcelona , ¿? (circa década de 1950)

 

Cuando uno habla en Hispanoamérica de novelitas de vaqueros, el primer nombre que todo el mundo conoce (y acá "todo el mundo" significa no solo los conocedores, sino los lectores pasajeros) es Marcial Lafuente Estefanía. Probablemente, junto a Corín Tellado (su equivalente en la novela romántica), Estefanía haya sido para las generaciones que vivieron el fenómeno del "bolsilibro" a full, sinónimo con ese formato. De hecho, agrego una memoria personal: mi padre nunca fue un gran lector de novelas. Las pocas veces que lo recuerdo leyendo una era o bien novelas de Fernando Vizcaíno Casas (que se merece alguna reseña en algún momento por estos lares también) (y, sí, amigos lectores hispanos: mi padre era de derechas) o las de nuestro reseñado. Así que me acerqué no solo con interés crítico, sino con un cierto apego emocional a esta novela.

Tras leerla, lo único que se me ocurre pensar es ¿QUE DEMONIOS LE VEÍA MI VIEJO (Y TODOS LOS OTROS LECOTRES, YA QUE ESTAMOS) A ESTEFANÍA?

Porque, vamos, no le pido mucho a estas novelas. Principalmente que pueda pasar las páginas rápidamente, sin sufrirlo. O sea, algo que me entretenga. Y uno sabe que está en problemas cuanod, en una novela de 120 páginas, uno está preguntándose en la página 40 cuanod se termina el libro. Cosa que efectivamente pasó con la novela.

Para los que quieran saber de qué iba este sufrimiento, ahí sintetizo el argumento: hay un rancho con caballos de primera, que esperan poder venderse a buen precio en un establo dedicado a las carreras. Pero el capataz del rancho está confabulado con unos compradores inescrupulosos para venderlos a un precio menor. La hija del dueño del rancho descubre a un hombre malherido en los terrenos. Lo cura y el agradecido vaquero resulta ser un cowboy valiente, honesto y con una velocidad prodigiosa en puños y al momento de disparar. Mientras desarma las ofensivas de los que quieren quedarse con los caballos a bajo precio, se implica de alguna manera en el conflicto que hay entre los mineros de la zona, que son asesinados para robarles su oro. Nombrado como comisario para enfrentar le problema logra descubrir al responsable tras los robos (el dueño del banco local). Y a todo esto, el romance con la hija del ranchero queda comprometido porque ella se pone celosa por la relación (estrictamente profesional, aclaremos) entre el muchacho y la dueña de una “pension” (por no decirle madama de burdel) que es la principal opositora al banquero. Y de alguna manera todo se soluciona.

No, en serio, leer esta novela fue una prueba de resistencia para este lector veterano. No se por dónde empezar. Tal vez por la dichosa costumbre de poner un punto y apare a cada frase (o a casi todas). O por el hecho de que las cosas más que desarrollarse, se atropellen. O por la sensación que agrega personajes y no sabe qué hacer con ellos a mitad de camino. O porque la idea del argumento parezca una criatura mítica en sus manos. O por…

Bueno, demás está decir que NO SE ACERQUEN A ESTA NOVELA NI POR CASUALIDAD. Y, si esto es un ejemplo de cómo escribía el señor Estefanía (que siempre puede ser una pifia en una carrera más que aceptable, digamos), pues busquen a oros autores, que había muchos, pero muchos escribiendo estas novelas de vaqueros al mismo tiempo.

La cabaña de Vance

La cabaña de Vance

Autor: “M. deSilva” (seudónimo de Manuel Arsís Solbes)

Colección: Bisonte nº 241

Edita: Bruguera, Barcelona, 1952)

 

Vender seguros nunca es fácil. Hay que convencer a la gente para que pongan dinero en algo que solo va a tener recuperación en caso de una desgracia. Algo que es aún difícil de vender si los seguros osn desconocidos en el lugar donde se ofrecen. Como es en el caso de un pueblo del Lejano Oeste, con un bandolero que es dueño del lugar y hace lo que quiere con él.

Por suerte Siby Vance no solo es un hombre con una lengua de oro: también es un duro, capaz de sacar su revolver rápidamente y de enfrentarse a golpes sin problema a quienes quieran abusar de él o de su trabajo, el de vendedor de seguros. Sobre todo porque el matón local está empeñado en eliminarlo, porque nuestro vendedor de seguros enfrenta a su poder. En medio de esto hay un romance complicado con la hija de un ranchero que cree (e influencia a los demás habitantes) que Vance y el maleante están compinchados en una elaborada estafa. Al final las cosas se arreglarán pero no sin dar unas cuantas vueltas, muchas más de las imaginables en una novelita tan breve.

M. de Silva fue uno de los muchos escribas españoles que, durante el franquismo, alimentaron la prodigiosa literatura de bolsilibro con historias entretenidas sin más. Ex oficial republicano, “represaliado” e imposibilitado de conseguir otro tipo de trabajo (lean más sobre él en este blog hecho por su nieto), su oficio como novelista era el principal ingreso familiar. Su narración es sólida, concisa y , como dije antes, con bastantes giros argumentales, con personajes bastante estereotipados pero con acción frenética. Sólido sin ser brillante. Como corresponde a un buen bolsilibro.

 

Una bala para cada hombre

Una bala para cada hombre

Autor: “John F. Abbott” (seudónimo de Juan Francisco Abad Fornieles)

Colección: Bisonte nº 292

Edita: Bruguera, Barcelona, 1953

 

El argumento del “jinete vengador misterioso que llega a arreglar injusticias al pueblo” es uno de los más usados en el género del Oeste, estando ya a un paso de convertirse en un subgénero por derecho propio. Innumerables películas, historietas y reatos usaron este cliché. Uno de ellos es esta novela.

Resulta que Jones Will fue muerto en un incendio provocado pro el principal estanciero de la zona, por resistirse a sus intentos de controla el lugar, auxiliado con el sheriff local. Pero años después, un misterioso forastero pasa por allí, clavado físicamente al muerto. Y todos creen que es el finado, que sobrevivió a incendio y que viene dispuesto a vengarse de quienes lo ataron y poner justicia en le lugar. Y en realidad, el personaje es un misterioso fugitivo que nada que ver  con el muerto pero que, dada la amabilidad con que lo reciben, decide hacerse pasar por éste y proteger a su familia adoptiva.  Y lo hace con unos métodos brutales que parecen realmente de bandolero, solo que, como el es el bueno, todo está permitido porque la Justicia está de su lado, que no la Ley.

Como verán, el cóctel no es muy diferente a muchas otras historias del Oeste que conocemos y el estilo del autor, uno de esos novelistas a destajo que la España de mediados de siglo produjo en gran cantidad gracias al fenómeno de los bolsilibros, tampoco aporta demasiado. Más allá de lo implausible que nadie sepa que ese tipo no es quien todos creen que es, la novela funciona efectivamente. Tampoco es un clásico, solamente una historia para pasar el rato, efectivamente escrita pero poco más.

O sea un ejemplo típico de literatura desechable.

 

Suplemento de Rastros nº 1 (octubre de 1949)

Suplemento de Rastros nº 1 (octubre de 1949)

Contiene:

“El guerrillero” (Fighting Man, 1948) de Frank Gruber

“El cocinero de los rangers” (Ranger camp cook, 1948) de Raymond S Spears

“La reforma de Calíope” (The reformation of Calliope, 1907) por O. Henry

“Si lo tengo a campo” (1949) de Juan Cornaglia.

“Dos cartuchos” (The two cartridges, 1902) por Stewart Edgard White

“El paso del sol poniente” (Zane Grey’s Sunset Pass, 1949) por Harry Parks (dibujos) y ¿? (guión) (primera parte)

Edita: Acme Agency, Buenos Aires, 1949

 

Tuve la suerte recientemente de agenciarme un lote bastante grande de westerns de diferentes editoriales, incluyendo la revista “Suplemento de Rastros” que editorial Acme – más recordada por la colección Robin Hood – publicó por dos décadas, poniendo a disposición del os lectores argentinos a muchos autores clásicos del género del Oeste. Así que Vamos a ir avanzando de a poco en la lectura de todos los ejemplares, comenzando por este primer número.

El plato fuerte de este número es la novela de Frank Gruber, uno de los más prolíficos autores de pulps y paperbacks de Estados Unidos, amén de reputado guionista de Hollywood. Si bien escribió todo tipo de historias, las de vaqueros eran sus preferidas. Al menos está claro que el trabajo de documentación se lo tomaba muy seriamente.

La historia comienza en la guerra civil estadounidense, durante el ataque a la ciudad de Lawrence, Texas por las guerrillas confederadas de Quantrill, un joven guerrillero llamado Jim Dancer es obligado a matar a sangre fría a un hombre llamado Slocum, en presencia de su hija.

Diez años después, Jim Dancer se ha convertido en una leyenda del bandidaje casi a lam isma altura de los hermanos Frank y Jesse james. El hermano de Slocum, Bertram,  ha contratado a la agencia de detectives Pleasenton para capturarlo, cosa que logra tras bastante trabajo el detective George Cummings. Pero, poco antes de llegar a su destino, Cummings muere en un accidente y el capturado Dancer decide cambiar identidades con él. Y así Cumings/Dancer se halla libre para salir en busca de otra cosa cuando recibe un inesperado nombramiento: ser el alguacil de Lanyard, un nuevo pueblo construido para aprovechar el negocio del ferrocarril .De hecho, tras la construcción hay un negociado montado por el propio Bertram Slocum, dueño de las tierras donde se construyó el pueblo. Y Dancer se encontrará en la posición de enfrentarse a Slocum y sus esbirros para dejar la zona en paz, todo eso mientras en cualquier momento se puede revelar su identidad. Y además la banda de Frank y Jesse James andan por ahí cerca. El final, es medio deus ex machina, pero funciona. Gruber es un gran narrador. La novela sería la base de “Fighting Man of the Plains” (1949), un western de Edwind Marin escrito por el propio Gruber, con Randolph Scout como Dancer.

El cocinero de los Rangers de  Raymond S. Spears es un relato muy divertido sobre cómo un tipo perdido en el desierto se convierte en el cocinero de los Rangers de Texas… y como el mismo tipo resulta tener un pasado pesado. Todo contado muy graciosamente.

El tono de comedia está tambien en el relato de O. Henry sobre la reforma de un tipo bruto y salvaje. Divertido y con un gran remate final, como corresponde a todo cuento de este autor.

“Dos cartuchos” pone a un sheriff y a un bandolero enfrentándose en medio de la nieve con un grupo de indios, teniendo que aliarse , les guste o no para sobrevivir. Funcional, pasable.

Rastros siempre contó con autores argentinos contando relatos originales. En este caso Juan Cornaglia –del que no hay una maldita referencia bibliográfica en la red. ¿Alguien sabe algo? – relata una estampa campera sobre un padre y un hijo entrenando a su caballo para ganar una carrera en sulky. Minimalista, y tierno, aunque de menos interés que el resto de los relatos (lo que es una pena porque me gusta la idea de productos pulp argentinos).

Completa el número las primera parte de la adaptación para historieta que Dell Comics hizo de la novela de Zane Grey, Sunset Pass. Mas ala de que los dibujos se ven horrendos en la impresión de Acme, no puedo opinar de la calidad de la historieta en sí porque solo se ponen las primeras ocho páginas.

El balance final es positivo. La novela de Gruber se sostiene y los relatos complementarios son en su mayoría entretenidos. Vamos a ver como sigue la revista pero empezó con buen pie.

Sargento Kirk, Episodio I

Sargento Kirk, Episodio I

 

 

 

Muerte en el desierto

Autor: Hector G. Oesterheld
Colección: Vistaventuras n° 1
Edita: Indice, Buenos Aires, circa 1957.

Para mediados de la década de 1950, empezaban a notarse ciertas fisuras en el (entonces) popular género del western. Frente al discurso predominante en muchas de las obras del momento (mexicanos cómicos y/o vagos, indios salvajes, soldados justos, héroes indefectiblemente WASP, tiroteos sin sangre, etc.) comenzaban a aparecer obras donde los grises eran lo cotidiano y los roles comenzaban a difuminarse. Así aparecían en el comic personajes como Casey Ruggles y Lance de Warren Tufts, el teniente Blueberry de Charlier y Giraud y el Sargento Kirk de Hugo Pratt y Héctor Germán Oesterheld.
Lo más interesante de Kirk era su condición de desertor del ejército americano. Desertor no por vagancia, sino como objetor de conciencia: tras años de servir de manera competente en el ejército de la frontera americana, su participación en una brutal e injustificada masacre de una tribu kiowa terminaba llevándolo a la deserción y a convertirse en una persona con un pie en ambos mundos, el de los indios y de los blancos, tratando de lograr armonía entre ellos y ganándose el respeto general por ello. Si uno lo piensa, un concepto revolucionario en esos años donde todavía el clisé del piel roja salvaje y sediento de cuero cabelludos como decoración de interiores seguía en pie.
Lo que las historietas nunca habían contado era el momento exacto de la deserción de Kirk. Que es lo que justamente describe esta novela. Kirk detiene en el desierto a Nokoni, un peligroso jefe comanche. Pero, en vez de matarlo, lo hace prisionero... lo que implica llevarlo a un fuerte más seguro que el suyo, un suicidio casi seguro porque los ocmanches están dispuestos a todo por liberarlo y empezar la guerra contra el blanco usando esto como excusa. Que es lo que ocurre. Sintiéndose culpable de la situación, Kirk (acompañado de varios de los más indeseables soldados de la compañía, que prefieren ayudar a ese tipo antes que perseguirlo, paral ueog irse a vivir sus vidas fuera del Ejército del otro lado de la frontera mexicana) deserta para eliminar a Nokoni. Lo que terminará ocurriendo en un combate duro y brutal bajo la mirada implacable de los pawnees, enemigos tanto de comanches como de blancos, en una pelea que, filmada, se hubiera convertido en un clásico del género.
Todo esto en una novela que se lee a toda velocidad y de manera imparable. Oesterheld es un narrador nato y cuidadoso. Una verdadera delicia. Si llegan a hallar esta novela (por los años ochenta hubo una reedición de ella, con lo que no debe ser imposible hallarla rebuscando en librerías de viejo de Argentina), no duden en comprarla. Vale la pena leerla.

 

 

 

Cancion para su muerte

Cancion para su muerte

 

La balada de los tres hombres muertos
Autor: "Patrick Hanson" (a) Héctor Germán Oesterheld.
Colección: Vistaventuras n°14
Edita: Indice, Buenos Aires, circa 1957

"Tres hombres muertos galopan por la pradera.
Tres hombres muertos, en caballos negros.
Van buscando a Joe Sanders, el traidor...
Van buscando a Joe Sanders, el traidor...
Tres hombres muertos, en caballos negros.”

Esa es la balada que cantan por todo el Oeste. Tras ella hay una historia de un ladrón que embaucó y mató a tres hombres buenos para que lo ayudaran a huir de sus perseguidores, llevándose el botín de sus fechorías mientras ellos morían en su lugar... pero que volvieron para perseguirlo desde sus tumbas.
Por supuesto, las cosas no son exactamente así.
Peor un grano de verdad hay.
Por eso, cuando un forastero se acerca en plena lluvia al rancho del sargento Kirk para comprar teóricamente unos caballos, comienza una historia que relaciona la balada con el Corto, ese amigo y compañero de Kirk habitualmente de buen humor, pero que en la novela va develando su oscuro pasado y su relación con ese misterioso comprador, que no ha llegado allí buscando caballos.
Igualmente, más allá de la competencia habitual de Oesterheld para escribir sus historias y atrapar al lector, esta novela adolece de una complejidad bastante enrevesada. El fuerte de oesterheld nunca fue el enigma policial, que es lo que es básicamente esta historia, aunque tenga ropajes del western. Está claro a mitad de la historia quién es el misterioso forastero, cuál es la relación que lo une con el Corto y que hay en común entre ambos con la historia tras la balada... lo que es un pecado mortal para cualquier relato policial que se merezca el nombre, como cualquier aficionado al género sabe. La premisa le termina quedando grande a HGO que se nota mucho más a sus anchas en la secuencia final, donde el rompecabezas resuelto deja paso a un tiroteo final mucho mejor resuelto.
No es una historia infumable: HGO tiene estilo suficiente y la novela es breve de por sí para poder llegar al final sin inconveniente. Pero esta es la mejor prueba de por qué Oesterheld nunca sería recordado como el equivalente argentino de Agatha Christie.

 

Mil y Una Noches del Salvaje Oeste

Mil y Una Noches del Salvaje Oeste

 

Cuentos del tipi

Autor: Hector G. Oesterheld
Colección: Vistaventuras
Edita: Indice, Buenos Aires, s.f. (circa 1955)

Oregon Trail, cowboy que está viviendo como rehén en la tribu cheyenne de Kunarka. Está alli porque con su entrega permitió el paso a una caravana de colonos. Kunarka ha amenazado con matarlo en primavera. Peor mientras tanto espera twenerlo en el invierno para escuchar sus historias. Y así, Oregon trail se convierte en una nueva Sherezade, contando historias de vaqueros brutos, tesoros en hondonadas malditas, balas robadas al sol e hijos vengadores, ante el oído atento de los cheyennes.
Este libro de cuentos del Oeste es una de las pequeñas joyitas noveladadas de H.G.Oesterheld. Breves, al punto, bien contados, se lee con el mismo gozo que producen los buenos relatos de las Mil y Una Noches. Tal vez lo único que desentona es el relato final (“Un viaje” por Ernest Haycox , seudónimo del propio HGO) que está separado de la saga de Oregon Trail y que es nada mas y nada menos que un resumen del argumento de La Diligencia de John Ford, casi al borde del plagio.
Mas obviando este último relato, este libro es una joyita narrativa que me encantaría que conociera mas gente. Si lo ven no lo duden: cómprenlo.

 

El Coyote vs. La Banda de la Calavera (partes uno y dos)

El Coyote vs. La Banda de la Calavera (partes uno y dos)

 

El otro Coyote /Victoria Secreta 

Autor: José Mallorquí
Colección: El Coyote nº4 (nº 7 y 8)
Edita: Forum, Barcelona, 1983

Con estas dos novelas empieza la primera gran saga de la historia del Coyote: su enfrentamiento contra la Banda de la Calavera, una pandilla criminal que hace estragos en California hasta que se encuentra con nuestro héroe. La lucha se extendió por cuator volúmenes, de los cuales aquí están las dos primeras historias.
La primer novela, El otro Coyote, nos presenta a uno de los personajes secundarios con más peso dentro de la serie: Ricardo Yésares, el doble del Coyote. Yésares (descendiente de una ilustre familia californiana venida a menos) será salvado y elegido por el Coyote (que le revelará su verdadera identidad) para disfrazarse como él y así poder tener al Coyote y Don César de Echagüe al mismo tiempo visibles. De esta manera Yésares se convierte (con plata cedida por don César) en el dueño de la Posada del Rey Don Carlos, el mejor hotel y restaurante de la zona.
No bien está instalado Yésares y el coyote se pondrán a ayudar a una joven que está siendo estafada por su albacea y su notario. Ambos serán engañados en una de las retorcidas trampas del Coyote, que los acusará de pertenecer (sin serlo) a la Banda de la Calavera para que sean eliminados (una buena muestra de hacer justicia de manera ilegal ya que estamos en eso). Y de paso, Yésares y la muchacha se enamoran y se casan.
Como ven la banda de la calavera es un elemento secundario en la trama, un ruido secundario que sirve más como un prólogo para la historia que se viene. Sin embargo es de destacar aquí que aparecen secundarios y elementos cruciales en la serie. Por un lado, aparte de Yésares, tenemos la aparición de Teodomiro Mateos, el rudo, brutal y no particularmente honesto sheriff de Los Angeles y la vuelta "oficial" a Los Angeles de un César de Echagüe viudo desconsolado depuse de diez años de autoexilio impuesto.
Le sigue Victoria Secreta, donde el Coyote logra vencer el cuidadosamente orquestado plan de la banda para robar una gran cantidad de oro de un tren blindado. El duelo de voluntades y de astucia entre el Coyote y el jefe local de la banda es una muestra de cómo escribir una historia de acción inteligente y entretenida a la vez. Y como bono, uno de los dos villanos de la historia anterior se redime como un hèroe ante los ojos de su hija.
Es evidente que Mallorquí está comodísimo a esta altura con el Coyote y saca lo mejro de si mismo en estas novelas. Decisivamente están ambas entre lo mejor de la serie del Coyote. Así que, si las hallan, léanlas que no se van a arrepentir.

 

El Coyote lo sabe...

El Coyote lo sabe...

 

 

La Sombra del Coyote / El Coyote Acorralado (1944 /1945)

Autor: José Mallorquí.
Colección: El Coyote nº3 (nº 5 y 6)
Edita: Forum, Madrid, 1983

Han pasado diez años del final de la novela anterior. Don César de Echagüe ha sido padre, ha quedado viudo, ha viajado para curar la pena por la muerte de us mujer y al fin, ha vuelto a tomar le manto del Coyote. Un Coyoyte más triste, más maduro pero a la vez más implacable.
En La sombra del Coyote, éste es apenas un personaje que se mueve en segundo plano, listo para surgir solo en el momento decisivo para liquidar a los bandidos. Como si fuese la versión en clave de western hispano de La Sombra (The Shadow). Igual que en las historias de este personaje, aquí el verdadero protagonista es Nick Searles, un bandido arrepentido a quien el Coyote ayudó cuando niño. Su familia fue asesinada y Nick Juró venganza. Diez años después, el Coyote le ayudará a cumplirla mientras lo ayuda a detener al grupo de facinerosos que tiene dominado le pueblo de Esperanza.
Pero el mejor relato de ambos es el siguiente. En El Coyote acorralado, Don César se entrentará solo a una docena de brutales e inteligentes pistoleros que quieren saquear unas ruinas indígenas que nadie más conoce. En el asedio a éste grupo, el Coyote pasa de cazador a presa y tiene que usar todo su ingenio y osadía para vencerlos, siempre a un paso de ser derrotado. Realmente los momentos de tensión en esta novela están perfectamente logrados, con un grupo de forajidos que resultan evidentemente peligrosos.
A estas alturas, Mallorquí comienza a demostrar su habilidad como narrador. Ambas novelas son una buena demostración de cómo escribir relatos de aventuras que atrapan de principio a fin.
Y, se los garantizo, la cosa no decae…

 

 

El Coyote cierra el círculo

El Coyote cierra el círculo

 

 

Huracán sobre Monterrey / El Valle de la Muerte (1944)

Autor: José Mallorquí.
Serie: El Coyote nº2 (nº3 y 4)
Edita: Forum, Barcelona, 1982

Podríamos decir que estas dos novelas cierran el primer ciclo comenzado por las novelas comentadas en la reseña anterior. En ellas se termina de completar el recorrido de César de Echagüe como valeroso y joven aventurero deshacedor de entuertos puro y duro.
En Huracán sobre Monterrey, un altercado en una fiesta entre un (atípico, porque rara vez uno lo volverá a ver así) amenazante don César y un invitado se convierte en una casi amenaza segura de acusación de asesinato cuando el mismo invitado muere a manos del Coyote minutos después... y con todas las sospechas recayendo en César. El final deja sellado el destino de uno de los villanos que el Copyote derrotó en la primera novela, cerrando así la posibilidad que exista otro enemigo con conocimiento de causa de la doble identidad del Coyote.
El Valle de la Muerte, en cambio, es una tarea que el cuñado de César (a saber comisionado de California ante Washington) le pide que éste resuelva el problema en un pueblito ubicado a la entrada del desértico valle de la Muerte, donde los asesinatos están a la orden del día. Al final de la novela, la esposa de César, Leonor, le anuncia que va a ser padre, ante lo cual, éste prometa abandonar sus correrías como El Coyote. Este primer Coyote, aventurero sin miedo e irónicamente irresponsable, desaparecerá aquí. En su lugar... pero no nos adelantemos a la novela que sigue.
En cuanto al estilo, la cosa viene mejorando. Es particularmente buena la secuencia de cómo Don César hace desaparecer todas las pruebas que lo incriminan en la fiesta que abre Huracán sobre Monterrey con una notoria sangre fría… y de hecho ,.dejando al lector con la sensación que sí, es posible que él sea ese Coyote que anda asesinando a tontas y a locas. Ninguna es un clásico de la serie, pero la cosa viene creciendo...

 

 

Nace un mito... El Coyote

Nace un mito... El Coyote

 

El Coyote / la Vuelta del Coyote (1943 /1944)

Autor: José Mallorquí
Colección: El Coyote nº1 (nº1 /nº2)
Edita: Forum, Madrid, 1982

Empecemos por una declaración tajante: a mí, El Coyote me gusta a más no poder. Desde que lo descubrí, cada vez que me encuentro con alguna de sus novelas, las compro sin decir ni pío. Es que José Mallorquí escribe entretenido. Sí, de acuerdo, El Coyote es un obvio derivado de El Zorro en sus historias y orígenes. Pero Mallorquí le da varias vueltas de tuerca que lo hacen infinitamente más entretenido que le personaje de Johnston McCulley.
Primero y principal, a diferencia de don Diego de la Vega, uno tiene clarísimo que Don César de Echagüe (el alter ego de el Coyote) no es ningún tarado ni siquiera en su imagen pública. Sí, nunca muestra valor pero lo escuda con un manejo letal de la ironía y una inteligencia feroz para usar la ley como un garrote. O sea, puede que nadie tome muy en serio a Don Cesar… hasta que descubren que una de sus maniobras legales lo dejaron sin dinero y encima ridiculizado.
En segundo lugar, al igual que La Sombra, el Coyote tiene un equipo de gente que lo ayuda, algunos tanto o más interesantes que le propio personaje individual. Hay historias donde El Coyote es más una presencia de fondo que solo aparece ne momentos culminantes para ayudar a resolver el entuerto que han resuelto en líneas generales sus subordinados.
Tercero, el estilo. Sintaxis rápida, acción fulminante, ritmo que no cesa. Es imposible escapar de la lectura de una novela del Coyote hasta temrnarla de un tirón.
Hay más razones pero prefiero no estirar esto mucho más. Lo que sí dejo constancia es de mi innegable placer al leer El Coyote
Y, para ver si los convenzo a ustedes (y ademas con esto tengo la excusa perfecta para releer otra vez las novelas) me voy a sumergir lentamente en reseñar todas y cada una de las novelas que tengo) no son todas pero hay una buena cantidad en mi poder) de este personaje.
Y por supuesto empiezo por las dos primeras, reeditadas al unísono por la editorial Forum allá por 1982.

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La primera, llamada lógicamente El Coyote (escrita originalmente bajo el seudónimo Carter Mulford) da inicio a la serie con un argumento calcado a la primera del Zorro. Tenemos el bandido misterioso , al vástago blandengue y medio afeminado de una familia de estirpe de California, al padre enfurecido por ese hijo medio amariconado, a la novia entre avergonzada y despreciativa de ese "lechuguino", a los villanos que son casualmente de las fuerzas militares y la revelación final que el vengador enmascarado que todos temen no es nada más y nada menos que el dichoso vástago flojo y bueno para nada (obviamente un papel para que no se devele que ambos son la misma persona). Lo único en cambiar son las nacionalidades: los villanos no son españoles ahora isno yanquis, siendo que la historia se ambienta en la Califronia recién anexada a Estados Unidos y , por ello, presa del os mayores vejámenes por parte de los recién llegados invasores.
Igual hay algunos destellos de lo que se va a venir a posteriori. Destaco especialmente el momento en que Cesar anticipa el plan de los villanos para que ocurra un "accidente" contra ellos, dejando en claro que podrá no querer pelear, pero que el tipo no es ningún gil sino todo lo contrario. También queda plasmado el subargumento de la hija adolescente del mayordomo de la casa, enamorada completa y fatalmente de Don Cesar, quien no la pesca ni por casualidad.
Igualmente a la novela le falta todavía darle el sufciente aire al personaje para desmarcarlo del arquetipo del Zorro.
...cosa que ya comienza a ocurrir en la novela siguiente, La Vuelta del Coyote. Dos años han pasado desde la novela anterior. Don Cesar se ha casado con la novia de la novela anterior, Leonor, y es dueño de su rancho luego de la muerte de su padre. Hay un grupo de norteamericanos que anda comprando por las buenas o por las malas las tierras de los pequeños rancheros de la región. Y, cuando un joven campesino responde asesinando a uno de estos extorsionadores, Don César lo entrega a las autoridades, pero comienza un ataque en dos frentes contra estos yanquis. Por un lado, como Don César, usa los mecanismos legales para conseguir la libertad del campesino. Y como el Coyote, usa a todos su red de ayudantes (que aparecen aquí por primera vez) y su habilidad para eliminar de una vez a este grupo extorsivo. Todo eso sin dejar de lado sus pintorescas e irónicas reflexiones (otro de los hallazgos de Mallorquí con el personaje).
Como inicio de la saga, obviamente hay cosas que faltan solidificar. Pero de una novela a otra hay un salto cualitativo que aleja rapidamente la personaje de los trucos de El Zorro. Es el inicio de un camino que va mejorando con el correr de las novelas... como iremos viendo en futuras reseñas.

 

Como si fuera un spaghetti western...

Como si fuera un spaghetti western...

 

Yo soy de Texas, señores (I am a texan, gentlemen)

Autor: Nil Reblan
Colección: Cow Boys nº107
Edita: Editorial Tor, Buenos Aires, 1953.

Este título entra dentro del subgénero "misterioso forastero llega al pueblo y arregla todos los entuertos", subgénero que se uso muchísimo en las historias del lejano Oeste, especialmente en las películas italianas de las décadas de 1960 y 1970 que son conocidas como spaghetti westerns.
En este caso, el forastero misterioso es un tejano llamado Sol Hornet, que llega a un pueblito en Nevada a auxiliar cual Robin Hood a las dueñas de un rancho al que el poderoso local quiere desalojar a toda costa de su tierra, porque en ella existe sin que se sepa oro.
Tal vez lo más interesante es que Sol Hornet no solo defiende a la señora y su hija (con la que finalmente habrá le lógico final feliz y comieron perdices esperable), sino que usa su inteligencia (a veces genialmente maquiavélica) para ir cercando y derrotando al evidentemente más poderoso villano y secuaces. Sumémosle que los personajes no son absolutos clisés andantes sino que demuestran una cierta variación dentro de los lógicos estereotipos del género y nos hallamos ocn una novela que, si bien no es un clásico ni mucho menos , tiene su gracia. De hecho, hay un cierto tono tongue in cheek que no le quedaría mal (ya que hablamos de spaghetti western) si se convirtiese la novela en una película de Trinity.
Y eso, desde mi punto de vista, no es algo para nada malo.

 

Un Martín Fierro de Texas

LA FUERZA DE LA SANGRE (Lone Star Ranger, 1915)
Autor: Zane Grey.
Edita: Editorial Juventud, Barcelona ,1951 (3ª ed)

Zane grey fue uno de los principales autores que hicieron que se solidificara el género de vaqueros en el inconciente colectivo del siglo veinte. Y lo hizo a fuerza de conseguir un éxito imparable con el público que durante décadas devoró sus novelas repletas de héroes trágicos que se enfrentan al destino que les juega terribles jugadas.
Tomemos por ejemplo esta novelas, que fuera una de sus más populares (teniendo incluso hasta versiones cinematográficas). Buck Duane parece condenado a seguir los pasos de bandolerismo de su padre en Texas: es habilísimo con el revólver y entra fácilmente en un modo violento. Un encuentro mal avenido con un matón provocador termina con Duane convertido en prófugo de la justicia, cual Martín Fierro tejano. Y , lo mismo que este gaucho perseguido, Duane se siente deprimido por vivir una vida deplorable. A golpe de revolver se hace de fama como alugien que hace justicia por mano propia contra gente que se lo merece, aunque daría lo que fuera por volver a ser alguien de bien. Al final, una oferta de parte de los guardias rurales de Texas le permitirá volver a vivir en paz.. .y encima conociendo a La Chica.
Sí, es melodrama. Pero Zane grey le pone mucho color. Los ambientes suenan verídicos, los personajes (tanot héroes y villanos) tienen matices jugosos que le dan sombras y luces y particularmente el desarrollo de las vivencias de Buck Duane está particularmente bien llevado (excepto en las partes románticas que son bastante risibles la verdad)- Es vidente que Grey por algo tuvo el éxito que tuvo: frente a infinitos westerns donde los personajes están cortados en solo una dimensión, aquí hay personajes con los que el lector se puede encariñar.

Aburrida, aburrida, aburrida

 

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EL VENGADOR DE LOS CHEROKEE
Autor: Chuck Stanley
Colección : Cow Boys nº 36
Edita: Tor, Buenos Aires, 1950

Clay Fowler es un operativo encubierto del Gobierno de Estados Unidos en el oeste a fines del siglo XIX. Se encuentra en lo que se conocerá en la historia como la carrera por el territorio Cherokee (básicamente los yanquis le sacaron terreno a la reserva cherokee y la abrieron para quien pudiera colonizarla. El dia 16 de setiembre de 1893, cien mil colonos se lanzaron a ocupar las tierras a caballo, en carreta o en le medio que fuera) y él debe evitar que haya mafias que se dediquen a echar a colonos a la fuerza en esa corrida. Por supuesto se enfrentará a una de ellas y triunfará, ganando de paso el amor de la muchacha.
Sí, esta es una de esas novelitas en las que uno piensa cuando se piensa peyorativamente en las "novelas de vaqueros". Los buenos son buenos, los malos son malos, la chica buena es virginal y pura, hay una mala que es mejor pero que al final no es elegida pro el héroe, todo termina bien excepto para los malos que mueren o van presos.
En fin, no por nada no encuentro ni una referencia de esta novela en Internet. Digamos que nada se pierde si uno no la lee.

 

Say it Loud, I'm Black (Cowboy) and I'm Proud...!

Say it Loud, I'm Black (Cowboy) and I'm Proud...!

Un juramento de muerte

Autor: ¿?
Colección: Tabú, el Vengador de los Esclavos nº1
Edita: Editorial Bruguera, Barcelona, 1945

Habitualmente se asocia al western con vaqueros blancos, anglosajones y protestantes, en un modelo que encarnó magistralmente John Wayne en las películas. Otros grupos étnicos en los western o son villanos (indios) o actores secundarios (mexicanos) o no aparecen, como es el caso de los negros. Lo cual es una absoluta falta a la realidad del Oeste norteamericano: una gran cantidad de cowboys negros (entre ellos y los mexicanos sumaban aproximadamente un tercio de la población del esos lugares) tuvieron una parte igual de importante en la colonización de esos terrenos (de hecho hay quien dice que "cow boy" era como le decian a los esclavos que cuidaban el ganado en la Texas anterior a la Guerra de Secesión, pero no sé si esto será así o no).
Por eso fue fascinante hallar un pulp donde el protagonista no solo era negro sino que era se dedicaba a defender a sus hermanos de raza de los abusos de los esclavistas blancos, cual heroe blaxplotaition avant garde.
Kimbo fue criado por una familia del Sur que trataba bien a sus esclavos... hasta que la muerte de la dueña de casa y el exilio del hijo antiesclavista hizo que todos los sirvientes terminaran en manos de un violento negrero. Al morir la mamá por culpa de éste, Kimbo decidió huir para vengarse de él y de todos aquellos que abusaban de sus hermanos. Así nació la leyenda de Tabú, el vengador negro que castigaba a quienes abusaban de los esclavos y ayudaba a escapar a sus hermanos de sangre. Y encima, Kimbo está enamorado de Sally, la hermosa (y blanca) sobrina de su antiguo amo... que también parece sentir algo mutuo.
Claro, el gran problema tras todo esto es que el anónimo escriba de este foletín es un pésimo escritor. Los acontecimientos (un clisé del oeste tras otro) no se desarrollan sino que mas bien se apilan, reaultando en una serie de escenas sucesivas que hacen poco para que el lector se involucre. Encima los personajes son básicamente de cartón piedra, a los que generosamente se les puede llamar unidimensionales. Se me ocurre que la serie era original de España porque no creo que ningún pulp norteamericano hubiera aceptado material tan pobremente ecrito, con un tono que nos recuerda más a los folletines (y folletines no muy buenos por cierto) del siglo XIX que la literatura popular del siglo veinte. No por nada, Tabú es apenas un título oscuro y marginal del que no hay nada comentado en la red hasta esta reseña (al menos que yo hallara).
Pero solo por tener un primigenio ejemplo del black power en acción, la revista merece un espacio para el comentario. ¿No creen?
Para finalizar, les dejo la contratapa de esta novela. Que a mí me gusta no sé muy bien por qué...

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Update: En el sumamente informativo Foro de los Pulps, ante mi pregunta buscando datos sobre esta serie, el señor "Leopoldo Bloom" me contó que la serie fueron nueve números publicados entre 1945 y 1946. Muchas gracias pro los datos y si alguien sabe algo más, espero la informacion con ansia.

Un Mallorquí menor

Un Mallorquí menor

Los gigantes del sol poniente (1959)

Autor: José Mallorquí.
Colección: Novelas del Oeste nº 69
Edita: Clíper, Barcelona, 1959.

Hablar del western hispano resulta imposible sin nombrar a dos autores: Marcial Lafuente Estefanía y José Mallorquí. El primero por el éxito popular y la fecundidad de sus novelas y el segundo pro ser el creador de un personaje tan maravillosamente entretenido como El Coyote. Precisamente esta es otra novela del Oeste de este autor, con lo que me hacía bastante ilusión leerla porque el tipo escribía bien.
Y es una pena que me haya defraudado.
Paul Segal es un antiguo espía del ejercito confederado que ahora es el lider de un grupo de leñadores en el valle de los sequoias de California. Es un tipo adusto y amargado porque su pasado lo atormenta: fue espía durante la Guerra Civil y, si bien sus servicios fueron importantes en ese momento, todos los de la sociedad lo consideraron un indeseable por su trabajo. Un conflicto por el control de la provisión de traviesas de madera para el ferrocarril pone a Segal precisamente frente a algunos de esos antiguos “amigos”, incluyendo a su antigua novia. Junto a él se encuentra un yanqui rudo y valiente y la hija de un general confederado, hoy hundido en la miseria y el alcohol. Por supuesto hay un triángulo que se juega entre ambos hombres y la mujer mientras el conflicto se desata.
Y ese es el gran problema del ah historia: hay muchos conflictos y subtramas en poco espacio. Está la pelea entre la Segal y los rivales de la maderera. Está el triángulo entre Segal, su antiguo amor y su nuevo esposo. Está el triángulo entre Segal el yanqui y la hija del general. Están las disensiones entre los trabajadores de Segal. Y está todo el asunto del pasado de Segal, que se come buena parte de la historia. Realmente imposible de cerrar le libro de manera coherente en apenas 96 páginas. Que es lo que pasa: tras un inicio brillante y una presentación de personajes brillante, el final se nota apurado como queriendo meter en las veinte páginas que le quedan todo. Por eso me defraudó, por el cierre tan forzado de la novela. Probablemente con cincuenta páginas más la cosa hubiera sido mucho mejor.
No es que piense dejar de leer a Mallorquí, porque sigue pareciéndome uno de los grandes escritores de la literatura popular en castellano del siglo XX. Pero la verdad este es un libro menor, a que negarlo. Solo para completistas de la obra de Mallorquí.

El Salvaje Oeste de Max Brand

El Salvaje Oeste de Max Brand

CUATRO BANDIDOS (The Fighting Four, 1933 )

Autor: Max Brand
Colección: Cow-boys nº 94
Edita: Editorial Tor, Buenos Aires, 1952

Era lógico empezar a hablar de novelas del oeste con una escrita por uno de los autores clásicos del género: Max Brand. Frederick Faust (el nombre real de Brand) tenía una dicotomía en su vida literaria: en su identidad real era un poeta menor con cierto éxito crítico pero no muy conocido públicamente. Pero como Max Brand era uno de los más populares y prolíficos autores de los pulps. Si bien escribió historias en muchos géneros (fue pro ejemplo el creador del doctor Kildare, el abuelo de todos los personajes de los melodramas médicos) donde dejó huella fue en el género del western. Sus historias no destacaban por su fidelidad a la realidad del Oeste americano (el propio Brand nunca había visitado esa zona) pero lo que sí tenían era una acción imparable, argumentos bien llevados y, sobre todo, una gran habilidad para construir personajes que van más allá del estereotipo.
Tomemos como ejemplo esta novela. Cuatro bandidos es parte del ciclo de Jim Silver o Silvertip, uno de esos personajes heroicos, honestos e imposibles de mejorar que tanto se encuentran en el pulp. Pero la historia gira muy poco en torno suyo. De hecho Jim Silver es más un secundario impuesto para ayudar a la venta.
La historia gira en torno a un cajero de banco que se empeña en recuperar el dinero que cuatro bandoleros le han robado. El cajero es delgaducho, sin mucha fuerza y es un pésimo tirador, pero su obstinado sentido del deber lo obliga a seguir contra todo obstáculo.
Lo mejor es que los bandidos tampoco son todos iguales: los cuatro tienen una personalidad muy diferente entre sí. De hecho uno traiciona a los otros tres y se lleva el botín. Los otros lo perseguirán paralelamente al cajero mientras el traidor (que es cobarde pero nunca estúpido) le pide ayuda a Jim Silver para que lo proteja.
Es que lo genial de la novela son las caracterizaciones. Los villanos son todos diferentes. Tenemos el traidor cobarde pero que ostenta una inteligencia brillante y una frialdad asombrosa para cambiar de bando a su conveniencia. Está el lider de los bandidos, que tiene un código de honor particular. Está el asesino impiadoso sediento de sangre pero que sigue, protestando y todo, a su jefe sin dudarlo, con una lealtad increíble. Y está el falsificador leal y que confía en sus compañeros a quien nunca traicionaría.
La habilidad para que los personajes actuen de acuerdo a sus personalidades es uno de lo que hace tan entretenido leer a Max Brand. En lo personal, y pese a que el final resulta poco convincente y que a decir verdad, Jim Silver está ahí más como un deus ex machina que resuelve la historia, espero poder seguir leyendo más de este autor porque la lectura fue más que agradable.
Con lo que, si van a leer algún western no creo que sea malo empezar por Max Brand.